La devoción a la Virgen María y a San José, como los seres que estuvieron más cerca de Jesús, y mejor encarnaron su mensaje de amor, es otro distintivo carismático de Madre Petra y de sus Hijas; pero hay que advertir que estas devociones no tienen sólo una expresión cultual, sino también vivencial.
En efecto, los valores vividos por la Virgen María y San José —trato continuo con Jesús, confianza ilimitada en la Providencia de Dios, espíritu de servicio, humildad, sencillez, disponibilidad, delicadeza, alegría, fortaleza en las adversidades, laboriosidad, sentido de responsabilidad— son parte integrante del patrimonio humano y espiritual de la Congregación.